Costa Rica obtiene la independencia en 1821 y, desde entonces, inicia su proceso de construcción como Estado Nacional. Ese proceso será largo, complejo y no estará exento de problemas. Sin embargo, el resultado final es interesante: surge un país relativamente estable, igualitario y democrático. Toda una excepción en América Latina...
Sin embargo, los primeros años de vida independiente no fueron fáciles. El nuevo Estado mostraba serios problemas internos, producto de los fuertes sentimientos localistas y las grandes dudas sobre la forma de gobierno a seguir. En este sentido, las incógnitas por resolver eran múltiples. ¿Cuál debía ser la ciudad capital? O más importante aún, ¿la región más pobre y aislada de la antigua Capitanía General de Guatemala podía aspirar a convertirse en un Estado con pleno derecho? Para resolver estas interrogantes fueron necesarias dos guerras civiles y un deseo de negociación permanente...
Al nuevo Estado pronto le correspondió enfrentar su prueba más difícil: separada definitivamente de la Federación Centroamericana con la Fundación de la República (31 de agosto de 1848), tuvo que encabezar la lucha de los Estados Centroamericanos contra los invasores filibusteros, que deseaban dominar toda la región.
El impacto de la Campaña Centroamericana sería enorme: no solo vino a consolidar la independencia de nuestro país, sino que, más importante aún, con ella nacería una auténtica nación. Las viejas separaciones entre josefinos, cartagineses, alajuelenses y heredianos, terminaban siendo superadas por un auténtico sentimiento costarricense. No es extraño que muchos de nuestro héroes y símbolos nacionales, se hayan fraguado al calor de la guerra contra los filibusteros...